domingo, 20 de febrero de 2011

Guillermina Bravo: "Nuestros gobernantes no saben nada de arte"



Por: Juan Hernández

QUERÉTARO.- Guillermina Bravo (Chacaltianguis, Veracruz, 13 de noviembre de 1920) da un golpe en la mesa con el puño y luego cuestiona: “¿Por qué se hizo este recorte tan terrible a los proyectos culturales? ¿Por qué se recortó así a la cultura y sobre todo a la danza? Todo lo que yo he trabajado en tantos años se cortó y no entendemos por qué. Mis compañeras me van a ofrecer sus danzas en un homenaje en (el Palacio de) Bellas Artes, eso me toca profundamente, pero no me quita que yo esté padeciendo este recorte realmente inmoral para la cultura mexicana”.

La coreógrafa, bailarina y maestra, piedra fundacional de la danza moderna en México, asistirá al homenaje que el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura le ha organizado en el Palacio de Bellas Artes, el próximo sábado, a las 19 horas, porque, dice, se trata de corresponder a Claudia Lavista, Lydia Romero, Rossana Filomarino y Bárbara Alvarado, quienes crearon obras y se las dedicaron.

“Si no ni iba. Lo que debían hacer las autoridades es darme los recursos para la
escuela, eso sí sería un homenaje. De este otro modo son danzas que recibo con mi alma, pero no me resuelven problemas”, dice enfática.

Apenas llega al Colegio Nacional de Danza Contemporánea -institución que fundó
hace 20 años en Querétaro- y empieza a dar instrucciones, a leer los informes y,
como siempre, toma las riendas de ese toro bravo que es la conducción de una
escuela de danza de alto nivel.

La maestra, como le dicen en el colegio y en el medio dancístico, en reconocimiento a la relevancia de sus aportaciones no sólo al desarrollo del arte dancístico sino a la cultura mexicana del siglo XX y principios del XXI, en entrevista con ELUNIVERSAL expresa: “Llevo muchos años de trabajo que no son reconocidos. El subsidio que tuve fue ganado con años y años de trabajo cultural, de funciones, de conferencias, de creación de obras y, sobre todo, de enseñanza. Entonces, este colegio, que va a ser lo que yo realmente deje, que se dedica a la construcción de cuerpos de bailarines, es el que necesita apoyo económico fuerte”.

¿Y por qué no se lo han dado?

Porque no hay dinero, según dicen los funcionarios. Se cortaron por lo sano todos los subsidios. Nosotros estamos enseñando aquí algo muy específico, con el bachillerato y la licenciatura estamos formando bailarines para que puedan competir en cualquier compañía del mundo.

Y sólo aquí se mantiene el rigor de la enseñanza de la Técnica Graham. En otras
escuelas se imparten técnicas, en algunos casos llamadas ligth. ¿Qué opina sobre
ellas?

¿Cuáles son? Yo me pregunto. ¿Qué enseñan? Cuando llegan aquí estudiantes que ya
han tomado clases en otros lados no tienen ni su centro, ¿qué aprendieron?, ¿por
qué aplauden eso?, ¿por qué se van allá? Sí, ya sé que aquí son siete años de
estudio, sí, pero, ¿un médico cuántos años hace? Los mismos. Un matemático, un
astrónomo, también. Por qué un bailarín no. Un pianista hace 11 años en el conservatorio. Ser artista es tan importante como ser un buen médico. Eso es lo
que tiene que entender la política cultural de México. Cualquier persona que
dirija el Consejo (Nacional para la Cultura y las Artes) o Bellas Artes tiene
que entender eso.

Madre de la danza moderna mexicana, protagonista indiscutible del movimiento
nacionalista que dio rostro al México post revolucionario con obras coreográficas emblemáticas como El zanate (1947), música de Blas Galindo y diseños de Gabriel Fernández Ledesma; Recuerdo a Zapata (1951), ballet-cantata con música de Carlos Jiménez Mabarak y diseños de Leopoldo Méndez; y Alturas de Machu Pichu (1952), música de Beethoven y diseños de Julio Prieto, Bravo lamenta que el gobierno mexicano actual carezca de sensibilidad para atender las necesidades de los artistas.

¿Qué opinión le merece el gobierno de México más reciente en materia de política
cultural?

Que no saben gobernar en general y que mucho menos saben de política cultural.
No les pasa por la mente. Nuestros gobernantes no saben de arte, no van al teatro, no van a la danza, no van a las orquestas sinfónicas. No saben nada de arte. Tal vez sí saben de libros, pero de arte vivo no.

¿A la literatura sí le dan apoyo?

Todo es mucho decir, pero sí le ayudan, porque son libros que se venden, dan dinero. Me imagino que el trasfondo es que quieren que seamos empresas y no lo van a lograr; no le vamos a quitar al gobierno el compromiso de ayudar al arte económicamente. Por lo menos la danza no lo logrará porque es un arte muy caro.

¿Cuál es su opinión de las becas para bailarines?

Son un arma de dos filos. Los que tienen talento las aprovechan magníficamente, los que tienen menos talento aprovechan poco y los que no tienen talento las gastan en fiestas.

Ahora están por abrir el que han llamado Centro Nacional de Producción Coreográfica, que será una nueva compañía de danza oficial, a cargo del INBA, ¿le parece una iniciativa interesante?

Me parece muy bien si saben manejarla, si la convierten en un ejemplo y una aspiración para que los estudiantes de danza digan: ‘Yo quiero estudiar porque quiero bailar así o ahí¨.

¿Ejemplo que en su momento dio Ballet Nacional de México?

Casi llegó a serlo. La gente quería estar en Ballet Nacional.

¿No se arrepiente de haber disuelto a la compañía?

No mi amor, las cosas tienen su auge y su final, como una danza tiene un principio, un medio y un final. Ballet Nacional terminó arriba, lo cual es muy bueno. Si no, no hubiera sido justo.

Usted ha vivido muchas etapas importantes en la historia de México, ¿cómo ve la
actual?

Pues estamos pasando por una guerra. Esta es una más y muy difícil. Los muertos que veo en el periódico todos los días me hablan de un país en guerra, en una evolución, más bien, porque nos atacamos entre nosotros; también hay un deterioro del Ejército, lo cual me parece muy grave.

¿Es pesimista respecto al futuro del país?

Ni optimista ni pesimista. Vivo cada día con la realidad.

¿Y cómo se siente en lo personal?

¡Muy vieja! Pero estoy recreando mi vejez. Como hice personajes en mis danzas, hago un personaje de mí.

¿Cómo es ese personaje?

Un personaje que viene a esta preciosa escuela que, entre paréntesis, es la única, que yo sepa, o tal vez de las únicas, que está hecha para ser escuela de danza, todas las demás son adaptadas. Me tardé tres años en construirla porque se acababa el dinero y se paraba la obra. Y ahí me tenías en México, de oficina en oficina, pidiendo… siempre yo como una mendiga. Soy mendiga, he sido siempre una mendiga… Me gusta mucho venir aquí, a un retiro voluntario, a ver esta escuela, a fumarme un cigarro, a tomarme un café, a leer, a escribir.

¿Sigue fumando?

Me autorizan dos al día.

¿Tendrá alguna reunión con las autoridades del INBA para conseguir los recursos
que necesita el Colegio Nacional de Danza Contemporánea?

Ya la tuve, ya me pelee, ya todo. No logré nada. Fracasé. Esta vez sí.

¿El gobierno de Querétaro la apoya?

Parece que se está abriendo, porque Querétaro hasta la fecha no nos ha reconocido como su escuela, precisamente porque nos llamamos nacional y porque hemos recibido dinero de la federación. Ahora vamos a hablar con el secretario de Cultura del estado para que nos dé ayuda, por lo menos con el pago de algunos maestros. Acabamos de cambiar de gobierno y estoy esperanzada porque el entrante es un gobierno priísta, pero bueno, nos fue peor con el otro.

¿Qué le queda por hacer?

Sacar adelante a la escuela. Quisiera que fuera gratuita para entonces sí elegir a los cuerpos extraordinarios que la danza necesita, hacer audiciones y escoger a la gente con la absoluta seguridad de que tienen las facultades y la inteligencia para este arte. “Oye –cambia la conversación-, ¿que hay un problema en el Palacio de Bellas Artes? Apenas lo voy a ver el sábado. Lo conozco bien. Tenía una maquinaria muy buena para el tiempo en que fue comprada. ¿Quién tiene la razón, los que dicen que los técnicos no entienden la maquinaria o quienes piensan que la maquinaria no sirve para sus fines? Ya pasó el problema a la Unesco, qué barbaridad”.

El sábado que vea la sala le preguntaremos qué opina del remozamiento, ¿le
parece?

Claro que sí, ahí nos vemos.

Guillermina Bravo bebe café en una taza pequeña. Lleva a sus labios el primer cigarro, que se consume lentamente entre sus dedos. Su rostro se ilumina cuando
arriba a la escuela en donde la esperan sus cómplices, sus ex bailarines de Ballet Nacional: Antonia Quiroz, Orlando Scheker –actual director del Colegio Nacional de Danza Contemporánea-, y Sergio Pérez. Junto a ella, siempre, el maestro guerrerense Miguel Añorve. Ellos la miman, la consienten.

Antonia se apresura a peinarla para que salga bella en las fotos.
-¡Descúbreme la oreja nada más!-, le dice la maestra. Quiroz va por agua.
Entonces, Bravo, la bruja de la danza, como se le conoce en el medio dancístico, la detiene, y como una niña, divertida y enérgica, le dice: “¡Nomás ponme tantita saliva y ya!”.

Es mediodía, el sol calienta, quema. Guillermina Bravo, a sus 90 años de edad, aún tiene energía para celebrar, como cada mañana, a la vida

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