sábado, 11 de febrero de 2012

Noche de canción de autoría con David Soráiz en el Museo- Casa Manuel José Othón


Por: Roberto A. Valenciano Capín

Sencillamente, sin tanto preámbulos, fue una noche en que vino a tocar con toda la honestidad y el corazón que siempre lo ha distinguido, así como ser también una buena opción para estar fuera de casa para este hippie transnochado como se define el cantautor David Soráiz, quien transmina a través de su república de canciones.

En donde este sonorense, avecindado por ya buen tiempo en estas tierras potosinas, construye no solo un discurso a través de sus canciones, sino es a la vez una voz consonante de este compendio que van más allá de sus titulos, a volverse simplemente en el acto mismo de compartirlas bajo el pulso de su guitarra y voz en conjunción con su poética, claro, bajo la complicidad de un buen trago de mezcal que ofrece amablemente el anfitrión.

El Papá de Sarita, como también es conocido, además nos compartió en esta noche lluviosa en el Museo-casa del poeta Manuel José Othón el hacer canciones que acaben, al paso del tiempo, en tonadillas, de esas que obligan a preguntar: ¿quién la cantaba?, esa es la labor cotidiana de David Soraiz, como oportunamente comento en una entrevista a un diario nacional.

En estos momentos explora y aclara que no viene a platicar, sino "vengo a cantar" , de esta manera va destilando con punzadas suaves y sin más pulsadas con energía que salen de su guitarra y secundadas con una particular forma de cantar sus desmemorias como alguna vez las nombró.

De esta manera, una travesía fue transitando por varias vetas de sus sentires y decires, así como ser testigos del proceso de sincerizarse y exponer tanto como creador como ciudadano su posición ante no solo el México que vivimos sino su perspectivas de vida.

Al aclarar que desde siempre ha tenido ese vínculo con lo indigena y por lo tanto dedicó este concierto o recital literario más que una fiesta musical a todos los hombres y mujeres Wirikutas o ya en términos occidentales, huicholes.

Una noche que incidió en tocar por ahí una parte sustancial de su creaciones como es su canción -el Epitafio- siendo interpretado magistralmente por la bella voz de Amparo Ochoa, aún cuando aclaró el cantautor de tener la política de que si una canción es personificada o interpretada por algún cantante, como acto de fe, ya no la canta, pero esta noche fue una excepción a esta regla, al ver el talante de la misma.

Ya con el fluir de la noche, aunado con la cordialidad de un público que propició crear un discurso pleno con Soráiz, así como su puntual sentido del humor comento: " Como que ya cante un chingo", para despedirse parcialmente con "su barco se fuga" bajo el apoyo de Félix Díaz, para seguir trazando esta travesía con varias canciones como encore y de esta manera dar por terminada esta sesión literaria bajo la premura de esos tintes musicales.

David Alberto Soráiz Macías con su voz sólida y profunda dentro de la llamada trova contemporánea, quien busca redoblar del paso en el viaje que se ha marcado desde hace tiempo en busca de mi propio eco con sus discos: "marcando el tiempo en su lugar", "el papá de Sarita" y "si usted supiera Don Roberto- un homenaje al poeta zacatecano Roberto Cabral del Hoyo-".

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