miércoles, 28 de noviembre de 2012

María Cristina García Cepeda, cultura en transición

POR: Virginia Bautista

 Serena, responsable, profesional, controlada, minuciosa y organizada. Son las palabras con las que el escritor Eugenio Aguirre, su amigo, y el promotor cultural Eduardo Cruz Vázquez, colaborador cercano en distintas dependencias, definen a María Cristina García Cepeda.


La actual coordinadora de Cultura del equipo de transición del presidente electo Enrique Peña Nieto, según ambos entrevistados, es una mujer que “no se presta a arrebatos ni desmanes”, que “tiene el enorme valor de la discreción”, “sabe cómo y para qué se ejerce el poder” y apuesta por el diálogo.

Con una trayectoria de 35 años en la promoción y gestión cultural, Maraki, como le dicen cariñosamente sus amigos, ha hecho de la cultura su pasión y su vocación principal. “Para mí no ha sido un trabajo, una chamba más, sino mi proyecto de vida. El arte y la cultura son el código de comunicación más claro y eficaz que podemos tener para fortalecer nuestro marco democrático y plural”, dijo a Excélsior en entrevista el pasado 5 de octubre, cuando fue designada por Peña Nieto.

Quien durante los últimos 12 años fue coordinadora ejecutiva del Auditorio Nacional ha tenido este interés por la cultura desde los 15 años de edad, cuenta Eugenio Aguirre, quien la conoció en ese tiempo porque era prima de un amigo suyo, José Luis Arana García.

“Era una chica sumamente bella, atractiva, muy alegre, entusiasta. Compartíamos las fiestas de esa edad con otros amigos y siempre se mostró muy interesada por lo que sucedía en el campo de las artes en México”, recuerda.

Narra que en esa época, los años 60, iban mucho al Cine Roble, que se cayó con el terremoto de 1985. “Vimos películas del neorrealismo italiano, de Fellini, Pasolini, Bertolucci. También cintas francesas, el cine conceptual sueco, Luis Buñuel. Discutíamos de cine, y de los pintores de la Generación de Ruptura”.

El novelista y estudioso de la historia explica que, entre ese grupo de jóvenes, “había una vocación importante por comprender los fenómenos sociales que se estaban dando, como la Revolución cubana, de la que fuimos muy entusiastas, o la Guerra de Vietnam.

“Fue la época del hippismo; aunque ella nunca fue hippie, pero mis amigos y yo sí. Leíamos a Fuentes, a Ibargüengoitia, Leñero, Rulfo, Sartre. Y todo esto creaba una atmósfera atractiva, intensa. Nos inquietaba viajar. Y presumo, aunque no tengo la certeza, que Maraki estaba en alguna forma participando de estas inquietudes”, agrega.

Luego, el autor de novelas sobre Gonzalo Guerrero e Hidalgo le perdió la pista durante años a la chica nacida el 15 de agosto de 1946. “Supe que se casó, que tuvo hijos, me parece que son dos hijas. Yo me fui a Europa, luego a África y me casé. Nos reencontramos en la edad adulta, a los 30 y tantos. Ella ya empezaba a desempeñarse como funcionaria pública, con mucho éxito.

“Siempre ha sido responsable y profesional y eso la distingue. Ocupó cargos en el INBA y fue pareja del escritor Carlos Montemayor, en la época en la que él hizo sus pininos en la ópera. Es una mujer sensata. No se presta a arrebatos ni desmanes. Es controlada. Ahora sigue siendo hermosa, responsable, profesional y honesta. Es sumamente confiable. El gobierno debe aprovechar sus virtudes, cualidades y experiencia”, añade.

García Cepeda ha construido toda una trayectoria en las instituciones federales desde 1983, cuando dirigió la Unidad de Divulgación de la Cultura de la Subsecretaría de Cultura de la SEP, hasta 1985. Más tarde, fungió como directora de Fomento Cultural y Relaciones Internacionales del CREA (1986-1987). Aquí la conoció Eduardo Cruz.

“Mi relación con ella se remonta a 1986, cuando despachaba en el CREA y yo trabajaba en el Programa Cultural de las Fronteras. Ahí comenzó el encuentro que a la fecha se ha sostenido. En ese momento, era una gestora y promotora cultural ya bastante curtida”, señala.

Tras dirigir el Festival Internacional Cervantino (1988-1990), Maraki entró en 1991 al recién creado Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), donde fue secretaria Ejecutiva del Fonca (1991-1994) y titular de la Secretaría Técnica (1994-2000) del organismo federal.

“Compartimos años en el Conaculta y, sobre todo, nos acercamos más cuando yo me fui metiendo en el tema de economía cultural y ella estaba en el Auditorio Nacional. Me ha tocado compartir este trayecto con ella”, indica Cruz.

Tras estos años de laborar en la misma institución, el escritor y periodista concluye. “Es una persona sensata, honesta, recta, muy operativa. Le gusta moverse en el pragmatismo, más que en la nube de lo propiamente académico. Tiene el enorme valor de la discreción. Siempre ha rehuído estar en el escenario con declaraciones tronantes o actitudes que buscan posicionar discursos políticos o posiciones conceptuales”, señala.

El escritor y periodista piensa que, después de tantos años, García Cepeda conoce al dedillo las condiciones de lo que ocurre en el ahora subsector de Cultura y Artes. Tiene muy claro que los tiempos son ordenados, es minuciosa, muy organizada. Le gusta estar bien enterada de todo y en todo. Es muy estricta como jefa. Sabe cómo y para qué se ejerce el poder. Y al mismo tiempo tiene la bondad de saberse vincular con los grupos artísticos”.

Maraki, quien en 2010 recibió la condecoración de la Cruz de la Orden de Isabel la Católica que otorga el gobierno de España, dará esta semana los últimos toques al informe sobre el estado en que se encuentra el sector Cultura, que entregará el próximo viernes a Peña Nieto.

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