jueves, 6 de noviembre de 2014

Dos siglos de Sax

 
 
Por: Xavier Quirarte
 
Apenas 13 mil 500 habitantes conforman el poblado belga de Dinant. Hace dos siglos, cuando formaba parte de Francia, vio nacer al inventor del saxofón, Antoine Joseph Sax, mejor conocido como Adolphe Sax. Hoy, frente al Ayuntamiento, un gigantesco reloj de agua en forma de saxofón, construido en cristal, celebra el bicentenario del inventor y músico.
 
 
La obra de Bernard Tirtiaux, que pesa cuatro toneladas, desde el 7 de febrero marca una cuenta regresiva hasta llegar a la fecha que indica el bicentenario. La entrada a la ciudad es adornada con 28 esculturas de tres metros de alto que recrean el saxofón, 27 por cada país de la Unión Europea y uno que engloba a la congregación. Un folleto, titulado Sax in the City (saxo en la ciudad), promueve actividades en torno a la celebración, como la exposición de ilustradores y caricaturistas Les vitrines de Monsieur Sax (Los escaparates del señor Sax), los conciertos gratuitos de jazz y dixieland en la serie Los domingos de Monsieur Sax, el Concurso Internacional Adolphe Sax y la gran muestra Sax200, algo así como Todo lo que usted quería saber sobre el saxo, pero temía preguntar, pues incluye 200 instrumentos, 70 de ellos hechos en la fábrica del inventor.
 
 
Aunque Sax vivió gran parte de su vida en París, en Bruselas aprendió el oficio de instrumentista con su padre, Charles-Joseph Sax. Allí estudió en la Escuela Real de Música, además de presentar un prototipo de su célebre instrumento en 1841. Su infancia fue de fábula: además de romperse la cabeza a los tres años por una caída que casi le quita la vida, coqueteó con la muerte por ingerir lejía, por tragarse un alfiler, estar cerca de una explosión de pólvora, echarse encima una olla hirviente y caerse a un río donde casi se ahoga. Eso le ganó como apodo “el pequeño Sax, el que regresa.”
 
Nace un inventor
 
 
Sus habilidades como inventor son patentes desde los 16 años, cuando presentó en una exposición industrial un clarinete de 24 llaves. Ocho años después registra un sistema novedoso para el clarinete bajo, lo que le trajo el reconocimiento de la prensa. Dos años más tarde presenta nueve instrumentos en una feria y no le dan la medalla de oro por ser demasiado joven, a lo que él replicó que se consideraba demasiado viejo para recibir la de plata y la rechazó.
 
 
Quiso su fortuna que Héctor Berlioz conociera el saxofón y afirmara que no conocía “instrumento que pueda comparársele en rendimiento, su sonido es pleno, delicado, vibrante, de una fuerza enorme y susceptible a poder suavizarse”. Esto lo impulsó a seguir con la creación de una familia de saxofones, pero en París, a donde llegó en 1842. Acosado por la penuria y las envidias, estableció una fábrica de instrumentos y, en 1844, en un concierto celebrado en la Sala Herz, seis de sus instrumentos tocaron el Canto sagrado de Berlioz. Según su biógrafo, Oscar Comettant, “la presentación del saxofón al público fue un acontecimiento increíblemente extraordinario”.
 
 
Al patentar su familia instrumental, que ahora va del saxofón sopranino al contrabajo, Adolphe Sax afirmó: “Mejor que cualquier otro instrumento, el saxofón es susceptible de modificar su sonido a fin de poder dar las calidades que convengan o de poder conservar una igualdad perfecta en toda su extensión. Lo he fabricado de cobre y en forma de cono parabólico. El saxofón tiene por embocadura una boquilla de caña simple. La digitación es como la de la flauta y la del clarinete”.
 
 
Pero los sinsabores rodeaban al revolucionario invento: sufrió numerosos ataques, al grado que los intérpretes no podían tocarlo, las patentes eran revocadas por las autoridades y numerosos pleitos judiciales llevaron a su inventor a la quiebra en tres ocasiones, aunque el emperador Napoleón III lo salvó de la cuarta.
 
 
Adolphe Sax vivió su vejez gracias a la pensión que le otorgaba un admirador y murió a los 80 años el 4 de febrero de 1894 sin que su instrumento fuera reconocido en todo su esplendor. La música de concierto se había ocupado poco de él, pero no así el jazz, que lo adoptó y lo llevó a un papel protagónico con cambios constantes de estilo a lo largo del siglo XX e inicios del XXI.
Claves
 
Sonido e imaginación
 
- Steve Lacy: “He trabajado en el saxofón soprano durante 40 años y las posibilidades son asombrosas. Todo depende de ti, el único límite es la imaginación”.
 
- David Sanborn: “Todo tiene que ver con encontrar la nota adecuada en el lugar adecuado y saber cuándo dejarla en paz. Y esa es una lucha de toda la vida”.
 
- Lester Young: “La originalidad es la cosa: puedes tener el tono, la técnica y muchas otras cosas, pero sin originalidad no vas a ninguna parte. Tienes que ser original”.

No hay comentarios: