viernes, 22 de mayo de 2015

Seguridad social de los bailarines

 
Por: César Delgado Martínez
 
Hace unos días en Tepic, a José Rivera (San Luis Potosí 1969-) director artístico del Ballet Independiente (México, D.F. 1966-), después de varios años de no verlo, le dije: “En el medio dancístico se comenta que tú como creador ya fuiste, que ahora estás dedicado a ganar dinero”.
 
 
José, con la misma mirada pícara de siempre, cerró los ojos mostrando varias arrugas en su rostro y soltó una carcajada. Como adolescente que quiere oír una y otra vez la historia, me preguntó: “¿De veras eso dicen? “Sí”, le contesté.
 
 
No conforme con esto, José quiso que repitiera en más de una ocasión el mismo comentario ante los bailarines de la compañía y luego ante la directora general: Magnolia Flores (León, Guanajuato 1931).
 
 
Después José me dijo: “Yo no quiero que cuando esté como Luis Zermeño (México, D.F. 1946-) o Isabel Hernández (Santa Cruz Tepexpan 1948-), no tenga dinero para una operación”. La sonrisa se congeló en su rostro. Habló en serio. No estaba jugando.

A esas dos figuras de la danza mexicana, –Zermeño y Hernández, entre otros más-, hubo un momento en que tuvieron que ser sometidos a una operación quirúrgica por algún padecimiento derivado del trabajo corporal desarrollado durante su vida. Para lograr esto fue necesario recurrir a la solidaridad del gremio dancístico y al apoyo de algunas instituciones oficiales (no sin ejercer los demandantes las presiones necesarias para poder lograr el objetivo ante burócratas deshumanizados).
 
 
Muchos de los bailarines profesionales mexicanos de diversos géneros: contemporáneo, clásico, folklor y otros, padecen la falta de seguridad social. Los afortunados son los que llegan a ocupar una plaza en una escuela del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), de alguna universidad o de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
 
 
Hay bailarines que una vez que terminan su periodo de ejecutantes se quedan sin trabajo, sencillamente porque no saben hacer nada, ya que no se capacitaron como profesores por ejemplo, mientras que para otros es difícil encontrar un trabajo dentro de la danza.
 
 
Los años pasan. Los funcionarios van y vienen. El problema de la seguridad social de los bailarines mexicanos no se resuelve.

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