sábado, 16 de mayo de 2015

Vigencia de Alfonso Reyes; autor de múltiples facetas

 
 
Por: Juan Carlos Talavera
 
Más de cien textos canónicos del ensayista, narrador y poeta Alfonso Reyes (1889-1959) han sido compilados en la antología Alfonso Reyes, “un hijo menor de la palabra”. La tarea fue realizada por el historiador y ensayista Javier Garciadiego Dantan, quien se propuso integrar una antología con los textos imprescindibles de su obra que abren las puertas de su literatura.
 

 “Alfonso Reyes es un autor clásico para todas las generaciones, esto significa que cada generación lo seguirá leyendo a su manera”, explicó Javier Garciadiego a Excélsior. Pero en el fondo es un autor de frases rotundas que ha sido respetado por el tiempo, un autor clásico y sencillo que nunca titubeó al escribir.
 

 Además, no sólo se trata del mayor hombre de letras de la primera mitad del siglo XX mexicano, añadió, sino que su voz aún se escucha con esa prosa que puede alcanzar la categoría de amiga leal en tiempos de crisis; fue un maestro generoso que incluso financió la publicación de Libertad bajo palabra de Octavio Paz, y que cedió un epígrafe a Carlos Fuentes para La región más transparente.
La antología es publicada por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y se divide en 11 secciones: Memoria autobiográfica, Poesía, Ficciones, Cultura, educación y humanismo, Letras mexicanas, Nuestra América, España y su literatura, De algunos escritores europeos, Afición por Grecia, Historia y Teoría literaria.
 

 Sin embargo, en sus páginas existe una doble intención: mostrar un panorama general que abarque todos los géneros practicados por Reyes, y la mayor parte de sus temas literarios, e invitar a los lectores para que se acerquen a su obra completa.
 

 Cuestionado sobre la obra poética de Reyes, Garciadiego dijo que es un tema difícil, pues hay quienes han sostenido –entre ellos Octavio Paz– que sus poemas son mera forma y que carecen de garra y pasión.
 

 “Quizá esto es cierto, al grado que el propio Reyes le dedicó más tiempo al ensayo y la prosa que a la poesía… en el fondo la parte íntima de su corazón sabía que era mejor prosista que poeta”.
Esto se aclara al revisa su obra completa, pues de los 26 tomos que la integran, sólo uno está dedicado a este género literario que se divide entre la evocación de la infancia y la brutalidad por el pasado. “Pienso que Reyes se inició como poeta y narrador, pero luego se convirtió en un gran ensayista”.
 

 Por otro lado se refirió a sus textos sobre Grecia, donde el historiador aseguró que Reyes no dedicó buena parte de su vida a esta cultura como un pretexto para huir de la realidad revolucionaria o el fantasma de su padre.
 
 
“Eso es falso porque Reyes se interesó por Grecia muchos años antes de la muerte de su padre, desde el mismo Ateneo. Había una moda en el mundo para recuperar los clásicos griegos, pues al menos cinco años antes de la muerte de su padre él ya leía los clásicos griegos”.
 
BUSCA PLACER
 
En la introducción de Alfonso Reyes, “un hijo menor de la palabra”, Javier Garciadiego detalló que existen poco más de 70 antologías dedicadas a este clásico mexicano.
 
Esto se debe a que es el típico ejemplo del autor antologable, dado que no tiene una obra emblemática, como Pedro Páramo de Juan Rulfo, La región más transparente de Carlos Fuentes o Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, aseguró.
 
 
“Reyes no tiene una obra así. Además, sus textos abordan diversos temas y van del ensayo al cuento, la poesía y un gran número de temas. Esto lo convierte en un autor idóneo para las antologías”.
¿No es Visión de Anáhuac el clásico de Alfonso Reyes? “Puede ser, pero sus textos emblemáticos serían: Ifigenia cruel, Pasado inmediato y la oración del 9 de febrero de 1913. Para mí esos son los imprescindibles de los imprescindibles”.
 
 
La única exclusión premeditada en este libro son sus informes diplomáticos, reconoció el historiador, debido a que ya existen dos antologías en circulación, una publicada por Víctor Díaz Arciniega y otra por Bernardo Sepúlveda. Además, decidí que esta fuera una antología del Alfonso Reyes escritor y sólo quedó fuera el Alfonso Reyes diplomático, el funcionario y servidor público.
 
 
¿Cómo fue su primer acercamiento a Reyes? “Lo recuerdo perfectamente y no diré que lo leí de niño. Fue mientras estudiaba un Seminario sobre la Revolución Mexicana con don Gastón García Cantú, en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Un día le presenté mis primeros escritos y él, con toda educación, me dijo: “Relee a Alfonso Reyes y a (José Augusto Trinidad Martínez) Azorín, insinuando que seguramente ya los había leído. Pero no había sido así”.
 
 
¿Qué le aportaron esas lecturas? “Me sirvieron para mejorar mi redacción, ¡sobre todo Reyes!, Azorín no tanto. Empecé a leerlo en 1973 o 1974 y desde entonces no he dejado de releerlo porque Reyes es un autor que distrae, que deleita y además enseña. Todos los temas que aborda, los explica y describe con una erudición sencilla, no apabullante, sino más bien graciosa”.
 
 
¿Cómo se debería leer hoy la obra de Alfonso Reyes? “Su obra exige cierta cultura porque no es una literatura light. Pero cualquier persona podría enfrentarla y disfrutarla. En el fondo, hay que leerlo buscando placer y cultura. Con el tiempo se puede volver un amigo con el que se conversa, pues tiene una literatura muy conversacional, pues no es un autor dogmático que impone sus ideas”.
 
 
“A mí, Alfonso Reyes me enseñó el gusto por la cultura, por la literatura francesa, argentina y griega. Hay muchos autores que he conocido por Reyes y por Borges. Ambos son buenos recomendadores y buenos maestros”, concluye.

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