lunes, 21 de diciembre de 2015

René no tiene a quien leer

 
 
Por: Frank Correa
 
 
LA HABANA, Cuba.- Un saco de libros con decenas de discursos del Comandante en Jefe y otros temas políticos, fueron botados en un contenedor de basura el domingo en horas de la mañana, en Jaimanitas.
 
 
Un joven llamado René, lector despiadado de cuanto libro cae en sus manos, recogió varios en muy buen estado para llevárselos a casa. Dijo que no tenía en aquel momento nada que leer y que “los libros están muy caros, a falta de otra cosa me llevaré éstos”.
 
 
 
Había en el saco discursos de Fidel sobre cultura, ciencias exactas, medicina, agricultura, ganadería, el polo científico, el cambio climático, la paz en Colombia y la visita de Juan Pablo II a Cuba, entre otros. René escogió “Fidel y la religión”, “Cien horas con Fidel”, uno donde hablaba acerca del atentado a un avión de cubana en Barbados y otro del “Máximo Líder” disertando de deporte.
 
 
 
“Esto es inaudito”, dice mientras me muestra un libro sobre Elián González extraído del saco, titulado “¿En qué tiempo puede cambiarse la mente de un niño?”. En la portada aparece el balserito meditativo tras unas verjas. “Por este niño fue que comenzaron las mesas redondas, donde diseñaron la historia que vivimos, y ahora mira donde lo encuentro. ¿Por qué la persona que los arrojó no los donó a la biblioteca, a la Casa de la Cultura, o a cualquiera que quisiera conservarlos? Se habla tanto de reciclaje, y botan los libros en la basura”.
 
 
 
René cuenta que hace poco lo iban a condenar a siete años de cárcel “por sustraer de un stand en la Feria del Libro un ejemplar de Harry Potter, que me tenía eclipsado; soñaba con tenerlo, pero no contaba con los 15 cuc que valía. Perdí el control, lo tomé por mi cuenta y al salir me detuvo la policía. Ahora veo éstos en la basura y descubro la hipocresía y el contraste de un hecho con el otro”.
 
 
 
René sabe de dónde proceden los libros “botados” en el contenedor y conoce a la persona que cometió lo que él llama “un hecho inaudito”, pero me pide no revelar su identidad, porque teme sufrir represalias.
 
 
Es una militar retirada de alto rango, con influencia en el pueblo y una descendencia enrolada en la nomenclatura comunista.
 
 
 
“En esta historia el eslabón más débil soy yo”, dice René, mientras se marcha con su hallazgo bajo el brazo. “Y puede que por recoger libros en la basura tenga problemas”.

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