sábado, 18 de junio de 2016

Contact Improvisacion: el movimiento en constante presente



Por:  Maria Jose Rubin


Surgido en Ohio, Estados Unidos, a principios de la década del 70, el Contact Improvisación ha transitado un largo camino hasta los salones de clase de Buenos Aires, y también un poco más allá. Conversamos con docentes y bailarines de esta práctica que, con su propuesta de una manera diferente de entender el movimiento y el cuerpo, ha influenciado desde sus orígenes a la danza contemporánea.



En 1972, Steve Paxton y bailarines del Oberlin College, Ohio, llevaron adelante una performance de diez días conocida como “Magnesium”, que más tarde sería considerada un hito fundacional para el Contact-Improvisación. Paxton traía consigo la experiencia vivida durante los años ’60 junto al Judson Church Group y colaboró con el desarrollo de una danza que, por su propia filosofía, en realidad reniega de la concepción de autor ya que se genera colectivamente y se encuentra en constante movimiento, y no sólo a nivel físico.



Una de las características que comparte con el Release, surgido como consecuencia de los estudios realizados en la Judson Church, es que se trata de una danza formless: no responde a formas predeterminadas ni a repertorios de figuras. En este sentido, sus posibilidades son infinitas, como lo señala Daniel Lepkoff, uno de los participantes de “Magnesium”, en su artículo “Contact Improvisation: A Question?”, de 2008. Allí ofrece su perspectiva de esta danza como un cuestionamiento desde el cuerpo de las circunstancias presentes en todo momento, en el que la racionalización del movimiento no tiene lugar.



“En Contact Improvisación, uno se encuentra en circunstancias que demandan acceder a soporte con  cualquier parte del cuerpo, en contacto físico con cualquier área del cuerpo de otra persona, mientras ambos están en movimiento. En esta situación no es posible encomendarse a los hábitos, sino que los reflejos se hacen cargo. […] La táctica de Steve era poner el cuerpo del bailarín en situaciones inusuales, desorientadoras e incluso de emergencia. […] Yo me propuse mantener un estado de cuestionamiento físico intenso […] sin lapsos de conciencia, [y] descubrí que mi atención debía estar en movimiento constantemente. Cuando mi atención deja de moverse, mi interpretación de lo que ocurre se vuelve fija, mi visión se convencionaliza, y la pregunta desaparece.”



Es por esto que la coreografía o las formas predeterminadas no tienen cabida en esta danza. “Si Contact Improvisación es la imagen cómo se ve un dúo haciendo Contact, o un acuerdo entre dos compañeros para realizar una serie de intercambios prescritos […], la propuesta es finita. En cambio, si Contact Improvisación es el acto físico de cuestionar las circunstancias propias del presente, entonces el trabajo se expande constantemente”.



En consecuencia, el Contact “es una danza que permite que pueda ingresar todo el mundo”,define Mariela Singer, investigadora de CONICET en temáticas que involucran el contact y la potencia política del cuerpo a través de él. “Esa es nuestra propuesta en el jam. No es algo para mostrar solamente, es algo de lo que podés participar. En ese sentido, también reformula lo que es la danza, de hecho muchos teóricos dicen que ya no se puede pensar la danza contemporánea sin el Contact, porque modificó muchas cosas”.



Un jam es una instancia que no contempla necesariamente la posibilidad de ser apreciado desde afuera. No es lo que transcurre sobre un escenario para el deleite de terceros, sino que todos los presentes pueden vivirlo en primera persona y en contacto con los demás. Esta caída de las diferencias entre el bailarín y el público tiene su correlato en el propio cuerpo de los participantes. “Algo que me parece muy bonito es la desjerarquización del cuerpo, de las partes del cuerpo”, señala Federico Pérez Gelardi, bailarín e investigador de la técnica, “saber que podés levantar cualquier parte de tu cuerpo, que podés invertir todo el tiempo, que podés torsionar, rolar; es perder la verticalidad o poder llevar esa verticalidad a diferentes lugares;cómo el cuerpo constantemente se reinventa en su gravedad, cómo su piso va cambiando, es casi como una meditación en movimiento, todo el tiempo cíclica, circular: entrás y nunca salís”.



Federico Pérez Gelardi dio sus primeros pasos en el Contact en su Mendoza natal, en las clases de Marina Apter. Continuó su formación en Buenos Aires, donde también estudió otras disciplinas, incluyendo teatro. “Empecé allá investigando y después viajé a Buenos Aires a tomar clases y estudié con diferentes maestros. Desde entonces siempre trabajé mucho en lo empírico y en la investigación: creo que hoy en día el cruce de lenguajes es casi necesario, los mismos cuerpos los piden y el mismo sistema te va llevando a un cruce de disciplinas, de informaciones”.



R: ¿Qué te interesó del Contact?

Fede: Algo que me atrajo mucho en su momento, aunque eso va cambiando con el tiempo, era que no hay un rol: no es que el hombre guía a la mujer o viceversa; y sobre todo el compartir la danza, eso me parece aún muy atractivo. Es una de las pocas danzas en las que tu foco está puesto al servicio del otro y cómo ese foco se alimenta.



R: ¿Cuáles son las dificultades de enseñar esta danza?

Fede: El Contact es un arte complejo. Pienso que hoy en día está muy subestimado, porque al tener la palabra “improvisación”, parece que cualquiera puede bailarlo, pero es una disciplina que requiere de mucha técnica, primero porque no trabajás solo, y entonces podés poner en peligro el cuerpo del otro, y también porque entra en juego lo emocional: el estar en contacto con otros cuerpos es algo casi primal, entonces despierta un montón de sensaciones, emociones, y eso, sumado a lo técnico, hace al Contact. No es una cosa sin la otra. Para construir y para dejarse llevar, hace falta tener herramientas de peso, de equilibrio, de roladas, de trepadas, de soportes.



R: Parte de ese lenguaje es saber reconocer qué te invita a hacer el cuerpo del otro.

Fede: Sí, y también las limitaciones que tienen tu propio cuerpo y el contacto con el otro.  Por eso me parece que es una disciplina compleja, porque no solo tenés que desarrollar tu escucha, sino también tu escucha con el otro. Como en la vida, es como una gran filosofía de vida: cómo ir reciclándose en esa escucha y crecer, avanzar, retroceder, saltar, dar soporte, saltar y que el otro te agarre. Una de las cosas que más me atrae también del Contact es que no es estanco, está en constante movimiento, y eso intento llevarlo a la vida.



R: ¿Cuáles son las especificidades de la improvisación desde el Contact?

Fede: Creo que sobre todo la escucha y dentro de eso, que sería la parte más blanda y más sensible, tenés un montón de técnicas para desarrollar esa escucha apropiadamente, no aplastar un codo, una rodilla, saber que en ciertas partes del cuerpo no podés dar peso.



Nacho: Esto de la escucha salió en la última clase que dimos, porque una de las chicas dijo en un momento “con esta consigna yo no sé lo que hay que hacer”, no era una consigna muy concreta y se abría un signo de pregunta. Está bueno cuando uno no sabe, porque se abre la posibilidad de la escucha; si sabés, no tenés la posibilidad de escuchar tanto.



Fede: El tema de la escucha yo además la empalmo con la idea de un diálogo, que es como una tercera escucha: tu palabra, mi palabra y qué surge de ambas, un tercer cuerpo.



Nacho: También hay como una voluntad compartida que se construye a partir de las dos voluntades; no se puede imponer la voluntad propia sobre la del otro, sino que es compartida, y eso requiere de escucha para saber hacia dónde quiere o puede ir el otro, dónde necesita que le des soporte, dónde te podés apoyar.



Fede: Volviendo a una de las primeras preguntas, algo que tiene de bonito el Contact es que  uno anímicamente, físicamente, en el transcurrir de los días no es el mismo, entonces tu danza va a ser inevitablemente diferente cada vez que la bailes. Eso la mantiene en un nivel de frescura y de presente.



R: En este sentido, permite reivindicar y respetar el estado en el que uno está, no ir en contra de energías que pueden dar lugar a distintas situaciones, que no están bien o mal. ¿Cómo son las clases que dan juntos? ¿Qué otros elementos se combinan?



Nacho: Mi relación más fuerte con el Contact se dio a partir de las clases que dictamos con Fede, pero lo que yo vengo estudiando, además de danza, está súper relacionado con el Contact: durante un tiempo  estudié Técnica Alexander, que trabaja mucho con el toque, además de con instrucciones verbales, y ahora estoy estudiando osteopatía. Hay una conexión muy directa, no bailando, pero sí percibiendo y sutilizando la escucha, tratando de entrar en una escucha profunda de los tejidos del cuerpo del otro, que incluye los líquidos, la independencia de todos los huesos para moverse, todas las tensiones, y también, desde el Alexander, la expresión de vitalidad y de vida de ese individuo que se manifiesta a través de sus tejidos, algo a lo que podés acceder a través del toque. Porque hablando, quizás, hay barreras que uno pone al ‘dibujar’ las cosas, mientras que el cuerpo lo expresa muy honesta y directamente.


R: ¿Cómo ponen en juego estos conocimientos de distintas fuentes durante la clase?

Nacho: Hacemos ejercicios que son de un lenguaje o del otro, pero que finalmente son parte de un terreno compartido: prácticas de toque, para percibir, para sentir esta expresión del individuo que estás tocando, para habilitar movimientos.

Fede: Y también para percibir que en ese toque está implícito lo blando y lo duro, desde sentir la respiración del compañero hasta percibir el hueso del esternón, las cavidades del hombro.

Nacho: Así como la percepción de lo sutil, al nivel del cuerpo emocional, que también se toca.

Fede: Eso implica entender que el cuerpo tiene miles de capas, que incluye esto, lo emocional, lo espiritual, o como quiera llamársele, y nuestras clases también abarcan esa mirada, no es sólo lo técnico, también habilitamos esos lugares que se dan espontáneamente.

Nacho: Por otro lado, también hacemos ejercicios de contacto. Entonces se empieza a generar un diálogo en el transcurso de la clase, cuando viajamos de una cosa a la otra y estas se empiezan a empapar mutuamente. Desde el trabajo con la percepción de los tejidos del otro y las distintas capas –de piel, de tejido conectivo y de fascia profunda, cómo eso llega al hueso y el hueso flota rítmicamente en los líquidos– y cuando eso lo llevás a una danza de contacto toda esa percepción e imaginación baila también, y se genera un cruce casi inevitable.



R: ¿Cómo es la recepción de las clases entre los alumnos?

Fede: Es súper buena. De hecho, tenemos gente que se ha formado mucho en danza, que ha hecho carrera, y gente que no tenía una experiencia previa y sin embargo es muy sensible; ambos extremos hacen un proceso que desemboca en el mismo lugar. Se genera una comunión, están todos en estadios muy similares.

Nacho: Son un grupo muy heterogéneo pero conviven muy bien, y tratamos de manejar la clase como un espacio de contención mutua en el cual se pueden disparar esos procesos.

Fede: Al ser dos docentes, todo el tiempo hay mucho material, y eso hace que la clase sea bastante dinámica.

Nacho: La contención funciona también en el dúo pedagógico, y se extiende a toda la red de ese sistema que es la clase. Es un material que viene de fuentes que hemos estudiado y uno es como un canal pero no hay autoría.



Jams de Contact en Sociales: una democratización de los cuerpos en la facultad



Una masa indefinida de cuerpos brilla a la luz de la luna en el patio de sociales. A punto de cumplir su segundo año de vida, el Área de Cuerpo y Comunicación de la facultad logró instalar una práctica hasta entonces ajena al ámbito académico. Capaces desjerarquizar los cuerpos y sus partes, las jams de Contact son seguramente su actividad más llamativa, pero no la única. Esta danza descalza, cuyos movimientos son guiados por el cuerpo propio y la presencia de los demás, libre de la racionalización previa que impone la coreografía, es parte de un proyecto con una sólida base teórica.



El área, creada en el marco de la carrera de Ciencias de la Comunicación, se presentó con una propuesta titulada “Problemáticas estético-políticas en la producción de subjetividad”. Una de sus cuatro coordinadoras, Mariela Singer, es docente y doctoranda de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). “El Área de Cuerpo y Comunicación se abrió en noviembre de 2013: hicimos en ese momento una charla presentación y el primer jam de Contact en la facultad”, recuerda Mariela, que durante 2015 también se desempeñó como docente de Contact en el Espacio Cultural Café Müller.



En una conversación a propósito de los 30 años de la carrera de Comunicación, que coincidió con las celebraciones por los 30 años del Contact, cuenta en primera persona las actividades que han desarrollado hasta hoy y la experiencia de llevar la danza a la universidad.



R: ¿Qué estatuto tienen estas nuevas áreas de investigación en la facultad?

MS: Es un nuevo tipo de espacio que implica la posibilidad de formalizar dentro de la carrera el trabajo hecho en instancias más informales. El Área de Cuerpo y Comunicación fue una de las primeras, y en un principio congregó a estudiantes y docentes de Comunicación social, gente de la UNA e integrantes de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, pero con el tiempo la gente fue rotando. Creamos el área con dos cuestiones en mente: una de forma y otra de contenido. Por un lado, muchos de los miembros veníamos de experiencias autogestivas y nos interesaba la idea de habitar de otra forma la academia, y no como una suspensión momentánea, sino en lo cotidiano. Por otro, la cuestión del cuerpo: veíamos una ausencia de espacios de exploración corporal y reflexión sobre esas prácticas, y a la vez había lecturas de una riqueza infinita para pensarlas y alejarse de las lentes con las que solemos leer ciertas cuestiones, y que tienen que ver con el sistema dominante; también veíamos en la facultad que ese ámbito de lectura era abordado desde lógicas de producción en serie que son las que elabora la academia, por las propias condiciones de producción del conocimiento. Entonces queríamos reunir esos dos mundos de exploración y lectura. Al mismo tiempo, veíamos una tendencia en la carrera a reducir la comunicación a fenómenos mediáticos, cuando había experiencias tanto en disciplinas del movimiento como en intervenciones políticas en las que se venían pensando los lazos intersubjetivos, que son formas de comunicación si la entendemos como producción de subjetividad. Nos interesaba reconocer eso y nos parecía que había algo que problematizar, que era una vacante a saldar dentro de la carrera de Comunicación y dentro del campo de la comunicación en general.



R: ¿Por qué eligieron el Contact para pensar el cuerpo?

MS: Quienes empezamos con el área ya veníamos con ideas previas sobre cuestiones que nos interesaba hacer en la facultad. Particularmente, yo hace diez años que bailo Contact y desde el principio era muy clara su potencialidad para crear otras imágenes en la cotidianidad, porque es una danza que rompe con la representación e incluye a todo el mundo. Estamos abriendo un espacio para que pueda venir cualquier estudiante y docente a bailar. La idea de habitar de otra forma la academia es generar otros lazos entre estudiantes y entre docentes.Nos parece que el Contact es un atajo que intensifica esa posibilidad. Ponerte a bailar cuerpo a cuerpo con alguien es corporalizar otro tipo de lazos.



R: En términos más teóricos, ¿qué rescatan del Contact?

MS: El Contact tiene un montón de cosas que coinciden con un interés político: con cuestiones de género, de representación, con la noción de qué es bailar (podés estar caminando, o mirando, o solo respirando, atento al presente, con la escucha abierta, y eso ya es bailar). Lo pensábamos en parte desde el texto de Bajtin sobre la cultura popular en la Edad Media, y la fiesta como algo diferente de lo que se propone, por ejemplo, en un boliche, en donde el tipo de lazo que media el espacio es atomizado, de exacerbación del yo, del individuo; una relación espectacularizada. El jam no es solamente juntarse a bailar, sino que rompe con la concepción del yo, porque ahí cualquier cuerpo es cuerpo para la danza. La materialidad formal que media ese tipo de espacio y de propuesta no tiene que ver con esa atomización. El Contact democratiza la danza y democratiza los cuerpos, desfuncionaliza los cuerpos. El cuerpo deja de ser el cuerpo con órganos, porque es cualquier cuerpo y cualquier zona del cuerpo para la danza. En términos de Ranciére, no hace falta un saber específico sino que cualquier saber es válido para la práctica, cualquiera tiene un saber válido.



R: ¿Cómo son recibidos estos jams de Contact en la facultad?

MS: Los jams vienen funcionando muy bien, tienen un buen efecto porque es una práctica que no es la académica tradicional. Desde los primeros vemos que algo se produce ahí, hay gente que se sorprende al encontrarse con eso en la facultad, los estudiantes sobre todo, que se descubren bailando a las once de la noche a cielo abierto en una práctica que nos preocupamos mucho porque sea inclusiva. La gente de Contact que viene de afuera ya conoce la danza y sabe lo que se produce, pero para los demás es, como me dijo una chica de la agencia de noticias de la facultad, “una imagen surrealista”. En el jam de agosto, durante la primera hora, hubo un montón de personas sorprendidas observando ese espacio que se había generado en la facultad.




R: Ese último jam fue el que generó mayor convocatoria.


MS: Sí, fue muy concurrido porque tuvo el marco de las actividades por los 30 años del Contact, que se desarrollaron dentro del Congreso Latinoamericano de Comunicación por los 30 años de la carrera. En ese evento también hubo paneles de debate con participación de gente de la danza y presentamos el primer cuadernillo del área, con entrevistas que interpelan mucho las problemáticas que trabajamos, que implican pensar el cuerpo no necesariamente ligado a la disciplina del movimiento, sino como otra forma de pensar la subjetividad. Esos textos, además, establecen vínculos con problemáticas que nos interesan, como la crítica al Estado y otra posibilidad de práctica política, otras posibilidades de producir el cuerpo que generen individualidades más potentes.



María José Rubín. Es editora recibida de la UBA, eterna estudiante de danzas, espectadora entusiasmada por lo escénico y admiradora de todos los talentosos y laburantes del arte. Como segunda carrera elegí Crítica en la UNA y siempre llevo un libro en la mochila. Me gustan lo independiente y lo experimental, las preguntas más que las respuestas y que me lleven la contra cada tanto. Además de escribir en Revol, llevo la escritura de mi blog: Bailarlescritos.

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