domingo, 21 de agosto de 2016

Ignacio Padilla, protagonista de la literatura mexicana Contemporánea



(Semblanza)

Integrante de una generación que pugnaba por la renovación del panorama literario mexicano, el cuentista, novelista, cronista y ensayista mexicano Ignacio Padilla (1968-2016), quien falleció este viernes a los 47 años de edad, se convirtió en un protagonista de la literatura mexicana contemporánea que escribía por amor a la palabra y a las historias.



“Mi vida es un eterno combate entre contar una historia con palabras suficientes y no hacer de la palabra la protagonista de la historia”, expresó el escritor días antes de participar en el ciclo “Protagonistas de la literatura mexicana”, organizado por la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).



Narrador por excelencia, Ignacio Padilla se consideraba un “físico cuéntico” cuya nación es la lengua: “Escribo por amor a la palabra y a las historias (…) y cada libro es como un hijo, te nace un corazón para quererlos. Generalmente quieres mucho al más reciente”, dijo en declaraciones difundidas por el INBA.



“Soy un obsesivo tal de la palabra que debí ser poeta y sin embargo la vida me empujó al otro aspecto de la literatura que son las historias, contarlas”, comentó el autor de las novelas “La catedral de los ahogados” (1995), “Si volviesen sus majestades” (1996) y “Amphitryon” (2000).



Su más reciente obra publicada es “Cervantes y compañía” (2016), una serie de ensayos que escribió a lo largo de muchos años. “Ese libro para mí es entrañable en este momento, porque es el que está celebrando a Shakespeare y a Cervantes”, explicó en su momento.



En términos de novela, la última que se publicó es “El daño no es de ayer” (2011), a la que tenía un cariño especial “porque ahí están mis obsesiones más recientes y uno siempre procura escribir el mejor libro que pueda escribir en ese momento”, aseguró.



En su labor como cuentacuentos y lector apasionado, Ignacio Padilla manifestó en diferentes formas su interés por acercar al lector a la reflexión profunda por medio del lenguaje y la literatura.



Asimismo, fue promotor del género cuentístico y coordinador del Encuentro Internacional de Cuentistas en la Feria Internacional de Guadalajara. “El cuento es como una piedra basal del género novelístico destinado siempre a mantenerse al margen, porque es —y he escrito mucho sobre eso— un género utópico, un género neurótico, y por eso se relaciona tanto con lo fantástico”, solía decir.



También fue un reconocido escritor de literatura para niños aunque él mismo reconocía que su prosa no es sencilla. “De niño leía y me leían mis padres mucho. Creo que en gran medida la razón por la que escribo libros para niños es para agradecer y saldar una deuda con la literatura para niños, además tengo una necesidad de escribir para niños o para el niño que fui”, confesó.



De acuerdo con la Enciclopedia de la Literatura en México, Ignacio padilla nació en la Ciudad de México el 7 de noviembre de 1968. Realizó estudios de comunicación y literatura en México y Sudáfrica.



Perteneció a una generación de escritores que despuntó al comenzar el presente siglo, la llamada Generación del Crack, junto a colegas y amigos como Jorge Volpi, Eloy Urroz, Pedro Ángel Palou y Ricardo Chávez.



Este grupo lanzó en 1996 el Manifiesto del Crack, cuyo principal objetivo era agitar el panorama literario mexicano y contribuir a su renovación, “ese grupo de escritores es un ejemplo de que la literatura puede vivirse como una historia de amistad”, pues los autores compartimos los éxitos y “lo hacemos propio”, expresó Padilla en días pasados.



Maestro en literatura inglesa por la Universidad de Edimburgo y doctor en literatura española por la Universidad de Salamanca, Padilla también se desempeñó como editor, periodista y agregado cultural de la Embajada de México ante el Reino Unido.



Estuvo al frente de la Biblioteca José Vasconcelos en 2007 y Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) y becario de la John Simon Guggenheim Foundation, así como colaborador de Biblioteca Mexicana, Casa del Tiempo, Ciencia y Desarrollo, El Ángel, Excélsior, Punto, Revista Universidad de México, Sábado y Siglo 21 (Jalisco).



En la página oficial “academia.org.mx”, se señala que en 2011 Padilla fue nombrado académico correspondiente en Querétaro, a propuesta de don Gonzalo Celorio, y fue el 23 de agosto de 2012 cuando dio lectura a su discurso de ingreso titulado “Elogio de la impureza”, que fue contestado por don Vicente Leñero.



Sin embargo, al cambiar de residencia a la Ciudad de México, Ignacio Padilla cumplió con los estatutos respecto a los requisitos para haber sido considerado como miembro de número, y fue el 14 de abril de 2016, que por unanimidad, la Academia Mexicana de la Lengua lo eligió como cuarto ocupante de la silla XXXIV, la cual quedó vacante tras el fallecimiento del poeta don Hugo Gutiérrez Vega el 25 de septiembre de 2015.



“Es honrosísimo, es una circunstancia muy feliz. Las academias no son inquisitoriales, no les corresponde crear, imponer y penar infracciones a ciertas reglas. En realidad, lo que hacen es registrar a quienes hacen el habla, que son el pueblo y el uso”, expresó en ese momento Nacho Padilla, como se le conocía.



Entre los reconocimientos que recibió en vida destacan el Premio Nacional de las Juventudes Alfonso Reyes 1989 por “Subterráneos”; elPremio Kalpa de Ciencia Ficción 1994 por “El año de los gatos amurallados” y el Premio Juan de la Cabada 1994 por “Las tormentas del mar embotellado”.



En 1994 obtuvo el Premio Nacional Juan Rulfo para Primera Novela por “La catedral de los ahogados”, ese mismo año se le concedió el Premio Nacional de Ensayo Literario Malcolm Lowry por “El dorado esquivo: espejismo mexicano de Paul Bowles”.



El Premio Gilberto Owen por “Las antípodas”, el Premio Nacional de Ensayo José Revueltas 1999 por “Los funerales del alcaraván: historia apócrifa del realismo mágico”, el Premio Mazatlán de Literatura 2007 por “La gruta del toscano”, así como el Premio Nacional de Dramaturgia 2008 por “La teología de los fractales” y el Premio Nacional de Ensayo Estación Palabra Gabriel García Márquez 2009 por “Darío en Tiberíades”.



De acuerdo con Padilla, “los premios te honran en la medida en quienes lo han recibido antes y en quienes han sido los jurados para darte ese reconocimiento”.

NTX/NMN/AUTOR16

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