jueves, 24 de noviembre de 2016

Voz de la sociedad de los años 60 ' s y 70's





Los movimientos sociales en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado tuvieron también expresiones en el arte, en particular la música, con la llamada Nueva Canción Latinoamericana, teniendo diversos representantes de los países de la región, entre ellos Los Folkloristas, en México.



Esta expresión musical tuvo una fuerte penetración en varias clases sociales de los pueblos latinoamericanos de entonces, significaba una posición diferenciadora a las manifestaciones predominantes o comerciales, al tiempo de significar una recuperación de los temas, ritmos y voces de las culturas populares.




Para ello utilizó instrumentos musicales no tradicionales o poco conocidos, pero utilizado por las culturas profundas, como zampoña, charango, cuatro venezolano, bombo o tambor, flautas de madera o carrizo, quena, rondador, arpa y ziku o antara, por mencionar algunos.



De acuerdo con el sitio “música.about.com”, el movimiento también conocido como Música de Protesta “toma como base el folclor tradicional y popular de cada país y lo transforma en un medio para denunciar las injusticias sociales y el conformismo político”.



Recordó que una canción con posición social o política sucedió en aquellos años y aún antes en Estados Unidos, con gente como Joan Baez, o en Europa, por ejemplo las canciones que se interpretaban durante la Guerra Civil Española en contra de Francisco Franco.



En América Latina abreva de las músicas tradicionales de los diferentes países de Sud y Centroamérica, así como de México, recuperando sus ritmos e instrumentos, y en especial de la perspectiva social y política que desató la Revolución Cubana, triunfante en 1959.



Por su parte, el portal “memoriachilena.cl” recordó que el término se utiliza para caracterizar a “aquella música que renueva el canto folclórico latinoamericano con una importante característica de denuncia social.



“Se presenta, en general, como alternativa local frente a la música extranjera, de origen anglosajón o europeo, y pretende establecer un puente entre el pasado, tradicional, y el presente de su tiempo”, anota.



 Esta música, refirió, acompañó a movimientos político-sociales como el peronismo en Argentina o a la Unidad Popular de Salvador Allende, en Chile, y en especial la Nueva Trova Cubana surgida tras el triunfo revolucionario, con representantes como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Carlos Puebla.




Un elemento importante que le dio sustento fue “El Nuevo Cancionero Argentino” aparecido en 1958, que invitaba: “acostúmbrate a cantar con fundamento”, y que tuvo representantes como los grupos Los Fronterizos y Los Chalchaleros.




A los anteriores se deben sumar Atahualpa Yupanqui, César Isella, Mercedes Sosa -quien se convirtió en referente de este movimiento-, Horacio Guaraní, Facundo Cabral, Alberto Cortez, Nacha Guevara, León Gieco, Víctor Heredia, Manuel Monestel e Ignacio Copani.



De Uruguay se pueden nombrar dentro del movimiento a Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti, Anibal Sampayo, Tabaré Etcheverry, Numa Moraes, Los Olimareños, Los Zucará y Pablo Estramín, y de Venezuela a Alí Primera y Soledad Bravo.



En Chile se incorporaron a este movimiento con la Nueva Canción Chilena Víctor Jara, Violeta, Isabel y Ángel Parra, Inti Illimani, Quilapayún y Sol y Lluvia, entre otros, fue un caso paradigmático porque se sumó al proceso por el que se eligió como presidente al socialista Salvador Allende (1970-73), derrocado por un golpe de Estado.



En Centroamérica y el Caribe tuvo a representantes de la Nueva Canción Latinoamericana como el nicaragüense Carlos Mejía Godoy, identificado con el movimiento guerrillero del Frente Sandinista de Liberación Nacional, y al puertorriqueño Noel Hernández, a favor de la plena independencia de su país.




 México no fue ajeno a este movimiento musical-letrístico, con un fuerte compromiso político y social que tuvo como su más visible representante al grupo Los Folkloristas, creado en marzo de 1966, por lo que en este año cumple medio siglo de trayectoria.



La agrupación permanece vigente y en cinco décadas han pasado por él 49 integrantes, de los cuales el único fundador activo es José Ávila. Destaca por recuperar y transmitir la música y las canciones tradicionales de culturas y comunidades de diversas regiones de México y otros países de América Latina.



Además, sobresale por hacerse de instrumentos originales y en algunos casos únicos para interpretar la música y las canciones que le han significado la producción de casi 30 materiales discográficos, si bien aclaran que no son etnomusicólogos, simplemente transmisores del cantar profundo de la región.




Para lograr su acervo instrumental, que suma más de 200, han servido también los viajes que han hecho que por todos los rincones de México y por otros países de Latinoamérica, donde los han adquirido, aunque también hay algunos que han encargado a personas que saben viajarán a algún país del continente, explicó en entrevista José Dávila.



Entre dichos instrumentos se encuentran toda una familia de flautas, conchas de tortuga, mandolinas, guitarra, violín, guitarrón, contrabajo, instrumentos prehispánicos como teponaztlis, toda una familia de instrumentos de viento, tambores panameños, alegre de Colombia o la marimba de chonta, por mencionar unos ejemplos.



Precisó que en México existe una inmensa riqueza de este acervo, y citó como ejemplo Chiapas, donde lograron conseguir instrumentos como el arpa chamula, cuya característica es que sus cuerdas son de metal, las guitarras chamulas de 12 cuerdas, también de metal, o el violín con dos cuerdas y tres clavijas, todos “maravillosos”.



Las canciones son un caso similar, compartió con Notimex, pues en sus viajes mantienen los “oídos muy abiertos”, buscan, se acercan y se hacen de temas para difundirlas, lo mismo que se apoyan en trabajos realizados por etnomusicólogos. Un



a fuente más es el caso de amistades que viajan por la región y les acercan productos, y otro son los propios grupos del movimiento de canción latinoamericana, algunos de cuyos temas han sido también grabados por Los Folkloristas.



Refrendó que Los Folkloristas son difusores de esta riqueza cultural y no un grupo comercial, y lamentó que a pesar de que la agrupación se mantiene en la búsqueda e interés por enriquecer el acervo, ahora la inseguridad hace de ello una tarea difícil.


Respecto al secreto para permanecer vigentes durante 50 años, cuando hay pocos casos iguales pues la gran mayoría se han perdido en el camino, Dávila aseguró que cuando el proyecto supera a las personas que lo conforman se garantiza la preservación, y esa ha sido su premisa.



Agregó que todos los integrantes de la agrupación, entre los que vale mencionar a René Villanueva y Gerardo Tamez, saben que lo más importante no son las personas sino el proyecto, y dijo que las 49 personas que han pasado por el grupo todas han puesto su sello, pero siempre privilegiando mantener la unidad del grupo.



Los Folkloristas han compartido escenario y promovido el arte de grupos y solistas importantes del escenario de la Nueva Canción Latinoamericana como Chabuca Granda, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Inti Illimani, Víctor Jara y Atahualpa Yupanqui.


Así como Pablo Milanés, Óscar Chávez, Los Calchakis, Tehua, Gabino Palomares, Guadalupe Trigo, Chava Flores, Soledad Bravo, Daniel Viglieti y Los Fronterizos.



Han pisado escenarios de Estados Unidos, Alemania, Canadá, España, muchos países latinoamericanos y por supuesto México, donde han estado en su máximo recinto cultural: el Palacio de Bellas Artes. Para celebrar su 50 aniversario, el grupo que se integra por siete miembros, José y Diego Ávila, Olga Alanís, Enrique Hernández, Omar Valdés, Valeria Rojas y Sergio Ordóñez, aunque hubo épocas que eran hasta 20, ofrecerá un concierto el 27 de noviembre en el Teatro de la Ciudad “Esperanza Iris”.

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