miércoles, 22 de noviembre de 2017

'Esto es un arte... y es subjetivo'




Por: Erika P. Bucio


Cory Stearns (Nueva York, 1985) se recupera de la extenuante temporada de primavera con el American Ballet Theatre (ABT), lo que significa 7 horas de ensayo diarias durante un mes y luego dos meses de funciones. 

A mediados de julio tuvo invitaciones para bailar en Los Ángeles y Nueva York.

"Estoy desconectado del ballet, apenas me estoy recobrando", responde vía telefónica el primer bailarín del ABT.

La producción monumental de Carmina Burana que lo traerá el 23 de noviembre al Auditorio Nacional, a beneficio de MEXFAM, le parece lejana. Es alguien que se enfoca intensamente en la meta inmediata. Si se "quema" antes, no puede disfrutar de lo que hace. 

En el otoño, cuando se acerque la fecha, empezará a estudiar, a revisar el trabajo de otros bailarines para el rol y ponerse a las órdenes de la compañía Danza Contemporánea de Cuba, con la cual se presentará.

"Mi meta, cada vez que salgo al escenario, es alcanzar ese estado mental en que estoy al cien por ciento en el papel. Es algo que toma años. Puedes ser un bailarín prodigioso y confiable y capaz de hacer técnicamente lo que sea, pero, a medida que creces, encuentras algo nuevo en una pieza. No sé si proviene de la experiencia de vida".

Ese algo nuevo usualmente tiene que ver más con las emociones y la expresión que con la técnica.

"Por supuesto que siempre progresas en la técnica y aprendes a bailar de manera más eficiente y con energía, pero la mayoría de las veces es una cuestión mental: cómo moverse en el escenario, expresar la música en cada movimiento y no distraerte".

Recuerda aquel Manon de Kenneth MacMillan con Sir Anthony Dowell, ya retirado, en el papel del villano Monsieur GM. El viejo es puro deseo por la joven. Dowell, sin bailar, sólo con sus movimientos y la expresión de su rostro expresa que, con su dinero, quiere hacerla su amante. Su actuación fue un impacto total para el joven bailarín. Empezó a buscar sus videos. "Fue una gran inspiración de lo que significa calidad en la danza".

O cómo admiraba el estilo del cubano José Manuel Carreño, ex primer bailarín del Royal Ballet y del ABT, su mayor influencia mientras crecía. Su primera obsesión.

"No podía creer cómo alguien podía provocar esas emociones en la audiencia. Se movía tan suavemente y con tanto control, sin esfuerzo. Me parecía que volaba, que había nacido para bailar".

Stearns era un atleta natural. Sin demasiado esfuerzo, era el mejor en deportes entre sus amigos y compañeros de escuela. Cuando comenzó a bailar sucedió algo similar: tenía talento natural pero le faltaba disciplina.

Cuando llegó al Royal Ballet, con 15 años, enfrentó una crisis de confianza. La falta de una ética de trabajo le pasó la factura. Pasó de tener una confianza extrema a llenarse de dudas. La batalla entre la inseguridad y el orgullo lo frenaba.

Le tomó tiempo salir de la sombra de la inseguridad. En el ABT, el director artístico Kevin McKenzie le ayudó a superarlo. Lo corregía en los ensayos. No iba a dejar que ningún obstáculo lo frenara. Intuía que le faltaba confianza. Stearns trabajó duro para demostrar que merecía el título de primer bailarín.

Interpretar, concede, significa más que una técnica perfecta. En el escenario es toda concentración. Evita las distracciones, no piensa si el piso está duro o si su pareja de bailo lo está haciéndolo bien o mal.

"(Interpretar) significa estar en el escenario completamente concentrado y en el presente, no guardándome nada, poniéndolo todo en lo que hago en ese momento", dice el bailarín de 31 años.

Por supuesto que ha tenido noches malas en su carrera. Ha bailado con miedo o agotado después de entregarse a otra actividad. Pero sucede cada vez menos, a medida que crece. Es la madurez.

Cuando le preguntaban por qué baila, la respuesta era porque su madre lo llevó a una escuela de ballet. Pero si la pregunta es por qué sigue bailando, Stearns ubica un instante particular: tenía 15 años y la oportunidad de ir a la escuela del Royal Ballet o regresar a la escuela pública.

"Fue instintivo pensar que iría a la escuela de ballet, era lo que necesitaba y amaba hacer", dice. "Si tuviera que resumirlo diría, que bailo porque es fantástico para el cuerpo: te ejercitas, viajas por el mundo, interactúas con gente disciplinada, apasionada y bella estéticamente. Estás rodeado de inspiración".

Stearns sabe que la perfección no es alcanzable, pero puede aspirar a la maestría. "Esto es un arte... y es subjetivo", dice.

El futuro es una gran pregunta.

"Pienso que el momento del retiro será cuando haya perdido el 'salto' y me sea difícil interpretar. Quiero haber alcanzado ese estado mental de sentirme satisfecho, saber que he logrado una meta difícil, que puedo irme del escenario, entender que mi cuerpo está acabado pero soy rico en emociones, que pueden llamarme un artista".


Fuente: Reforma

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