jueves, 21 de diciembre de 2017

Noh Bec: rumbo sustentable



Por: Rafael Robles de Benito

Noh Bec es un ejido del estado de Quintana Roo, dedicado a la explotación de la selva. Sus primeros pobladores llegaron a la península en los años treinta del siglo pasado, provenientes de Veracruz, y se dedicaron a la extracción de chicle. Hoy quedan pocos chicleros en la comunidad, que se ha convertido en una próspera empresa forestal, que aprovecha diversas maderas de la región, como caoba, cedro, chechem y chakah.

En el año 2015, Noh Bec obtuvo el Premio Nacional al Mérito Forestal, otorgado por la Conafor, en virtud de sus buenas prácticas de manejo del monte. Gozan también de la certificación que otorga la Rainforest Alliance, que asegura a los consumidores que el producto que están comprando ha sido cultivado y cosechado usando prácticas ambiental y socialmente responsables.

Ubicado en un área cubierta de selva mediana, añade a su actividad maderera una novedosa propuesta de turismo verde, basada en la observación de aves. Los residentes de Noh Bec, ven en la diversificación productiva un elemento que puede contribuir a la sustentabilidad del paisaje que habitan y construyen.

Otro rasgo que llama la atención en este ejido es su preocupación por la educación: los ejidatarios fundadores se han hecho cargo de que sus hijos estudien, y se han ocupado de que la comunidad cuente con una propuesta educativa consistente, orientada a la formación de capacidades locales relevantes para el proyecto de la comunidad: ahí se asienta una unidad del Instituto Tecnológico de la Zona Maya, donde se forman ingenieros agrónomos y forestales.

El aprecio por la educación se ha visto acompañado por el apego a la comunidad. Así, un candidato a doctor en botánica es socio de una empresa dedicada a la producción de palillos, asociada a una tradicional cerillera de nuestro país; y los mismos ejidatarios que se han hecho profesionistas, son los profesores del tecnológico, y fungen en roles gerenciales dentro de la estructura ejidal.

Noh Bec anda pues, en una ruta que puede resultar sustentable: con una población cada vez más educada, aprovecha los recursos maderables de la selva con buenas prácticas de extracción, impulsa la creación de empresas locales capaces de completar cadenas de valor, en lugar de simplemente extraer materias primas, y diversifica las actividades de la comunidad, lo que la convertirá en una entidad más resiliente frente a los fenómenos potencialmente catastróficos ligados al cambio climático global.

Por añadidura, Noh Bec tiene un rasgo que debiera formar parte de las comunidades rurales de nuestro país, pero que resulta muy poco frecuente: sus habitantes, particularmente los jóvenes, tienen un hondo sentido de arraigo, de modo que los hijos de los ejidatarios que salen a estudiar a otros lugares, regresan a la comunidad y aportan, con su trabajo y sus conocimientos, a los esfuerzos por construir algo que cada vez se parece más a un paisaje productivo sustentable.

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